Desde esta tribuna, sólo podemos felicitarlo sobremanera por su actuación y haceros partícipes de su sacrificada experiencia:
«Como ya ocurrió en el primer ultramaratón en el que participé (los 101 kms de Ronda de 2012) la casualidad tuvo bastante que ver esta vez. Sin programarlo (de todas formas ya sabéis que no es precisamente mi fuerte utilizar el calendario) me veo envuelto en esta aventura que me pone a prueba.
"¿Qué duele? ¡Claro que duele!" era el temerario lema de la edición de este año, al que se le añadió el título de Campeonato de Andalucía de carreras de montaña 2013, lo que ya nos avisa de dónde nos estamos metiendo. También dicen de ella que es la más dura de esta comunidad autónoma, y no soy yo quien lo vaya a cuestionar. Lo que sí me recordó bastante es a Guzman el Bueno, de Córdoba.
Después de dormir apenas hora y media recojo a Rafa Mejías que participará en la prueba Open de 11,450kms y nos vamos para Alhaurín de la Torre, casi sin perdernos. Llegamos pronto, aparcamos al lado, y nos tomamos un cafe soluble y bocadillo que acaba de llenar el estómago, al que le regalé una pizza de pollo del mercadona a las 3 a.m.
Cuando nos colocamos en la salida para el control de dorsales veo a Superpaco, con el que no he podido coincidir para hacerme foto con él en el Veleta ni en la Turdetania, así que lo saludo y le pido el favor de tenerme paciencia para congelar ese momento para siempre. Gracias Rafa por el reportaje fotográfico!!
Al rato de empezar nos damos cuenta que hace fresco pero que no va a llover, lo que ya es bastante motivo de alegría, aunque la carrera sea menos "épica", como indicaba Antonio, gracias al cual estaba allí. Para no sufrir rozamientos innecesarios en el pecho, bueno en los pechos, me puse camiseta de algodón, luego manga larga técnica y encima un cortavientos, ya que primero lo obligaron desde la organización y en la salida sólo lo recomendaron.
Las vistas fueron preciosas y la luz muy buena, así que no me lo pienso más y me paro a hacer fotos. Y ahí viene mi gran alegría al ver a Jose, de Granada (club Hockey Alcala) con el que intenté muchas veces quedar a entrenar este año y no pudo ser. Nos saludamos, nos fotografiamos en el avituallamiento con el mar al fondo y proseguimos. Esto me va a dar un buen empuje mental y si congiso no descolgarme de él demasiado puede que consiga buenos tiempos de paso.
Experimentamos un sinfín de cuestas arriba en las que no podíamos sino andar con las manos apoyadas en las rodillas. Bastantes participantes van sufriendo calambres del terrible esfuerzo. También vemos algunas caídas, como una que me impresionó mucho del tipo "rodilla en roca" que pone los pelos de punta.
De todos los tipos de suelo uno de los que más temí fue el de arena con grandes cantos rodados semienterrados (un verdadero campo de minas) lo que nos dejó los tobillos bien calentitos. Desde luego que se me tendrían que poner los ojos como platos (y una risa floja interior) al ir superatento al suelo y a los barrancos y de repente encontrarte un carte que pone "tramo peligroso", a partir del cual redoblas la atención y aprietas los dientes para ponerte a rezar.
Vamos algo cansados y con dolores de varios tipos, por lo que decido gastar un primer cartucho de neobrufen, que me sienta estupendamente en la rodilla izquierda y en los lumbares. Ya en el km30 y viendo el perfil del recorrido decido adelantar a Jose en una senda algo estrecha y cambiar el ritmo. Me va bastante bien, hasta que compruebo que no podré ir muy rápido cuesta arriba ni siquiera en algunos llanos, así que tranquilo, olvidándome de hacer un crono cercano a 6h30, y corriendo en las cuestas abajo que se pueda.
Comparto unos kms con un chico que está disfrutando, dentro de lo que cabe, de su tercera Jarapalos y que se acalambra fuerte de abductores. Estira como puede mientras lo espero y charlamos de otras carreras y de los paisajes que tenemos en ese momento, con el mirador del lobo. Me corrobora lo que temía, que en esta edición han cambiado el itinerario para endurecerlo. Llega el momento de despedirnos en una gran bajada supertécnica. Una chica que también va fatal de piernas ve con desesperación el cartel que avisa de la peligrosidad que nos espera en este tramo, ya de los últimos. La paso y disfruto todo lo que puedo de las piedras, raíces, rocas... que me van saliendo al paso hasta que alcanzo a un hombre de amarillo que me deja amablemente pasar.
Lo adelanto hasta que en un mal cálculo proyecto mi dedo gordo del pie derecho contra una roca que me hace volar literalmente, cayendo cuan largo soy y dañándome la palma de la mano izquierda que queda en carne viva en dos partes. Se para el chico (porque aquí la gente es muy amable y porque lo pone el reglamento, como le dije de broma a alguno que le pregunté cuando se caían) al verme inmóvil unos segundos, preguntándome si me encuentro bien. Me pongo de pie como puedo, pues noto un buen dolor en los dedos de la mano izquierda y se me acalambraron los dos gemelos a la vez al caer y me pongo a estirarlos, tranquilizándolo y diciéndole que siga que los gemelos me duelen más que la caída.
Al principio pienso en acabar andando, desmoralizado, pero después me alegro de haberme hecho "sólo" eso, sin darme cuenta que el pie derecho fue el que impacto. Retomo el trote y vuelvo a alcanzar al chico que me vuelve a dejar paso, pero me niego, me dice que él anda mucho y le contesto que andar es bueno. La idea es ir juntos y recuperarme mentalmente. Una vez en asfalto y cuesta abajo ya sí amplío la zancada, pasándolo a él, luego a otro y a un tercero.
Al ver la meta esprinto como puedo, contento de acabar, de ver a Rafa que me fotografía, de que me puedan curar la mano y del crono de 7h06 que me parece estupendo para las 8h30 que daban y por todas las veces que me he ido parando o frenando. Me dan mi regalo (chaleco asics, va para ti, Antonio) y vamos a que me curen. Los chicos de la ambulancia, muy amables y cuidadosos, me desinfectan y me quitan la arena que se había colado bajo la piel. Me colocan el apósito y me toman los datos.
A la vuelta a los avituallamientos finales saludo a Jose, que me dice que me ve muy fuerte y le doy la enhorabuena por acabar tamaña proeza con el dolor de rodilla que llevaba. Nos colocamos en la fila del arroz pero hace frio y más frío que íbamos a pasar para comer así que decidimos coger el coche y parar en un restaurante de carretera, donde me atempero el cuerpo con una magnífica sopa de picadillos que me devuelve mi maltrecha voz.
Llegada a casa, besos a todos, ducha y dos tazas de chocolate a la taza. Y a la noche ya me empiezo a aflojar, por haber dormido solo hora y media y el esfuerzo que hemos hecho para acabar la, quizá, carrera más dura que haga nunca.
Gracias por vuestra atención, y siento ser tan sosote en la crónica».
¡ENORME CAMPEÓN!
Gracias por tus ánimos, Cheo! Cuenta conmigo para llegar a meta en Santiponce en menos q canta un gallo. ;)
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