Crónica Peregrinación a Montalbán

En la noche del lunes día 5, un grupo de corredores del Club nos dispusimos a recorrer los 13.200 metros que separan nuestra localidad de la Ermita del Cristo de Montalbán. Es un evento que se viene realizando a pie por peregrinos de distintas localidades cercanas todos los años, a lo que nos quisimos unir de la forma que mejor sabemos, corriendo.
Los participantes fuimos Paco, Juanillo, Peti, Alba, Andrés, Joan Costa (con el nº 1, portero titular del equipo juvenil del Barça de balonmano) y yo, si bien hubo otros poceros como Paqui e Inma (la cual se comprometió a ir corriendo el año que viene con nosotros, si bien este año ya se lo estuvo pensando), que también hicieron el peregrinaje andando como muchas otras personas del pueblo. Echamos en falta a nuestro Presidente, el cual tuvo que cumplir con sus tareas de padre, además de gran deportista, enorme padre de familia: ¡toda nuestra admiración hacia él!
A lo que vamos. A las 23:00 h. estábamos todos preparados y equipados (lo de equipados lo digo por el agua que llevábamos, porque luces... las justas). Desde el comienzo llevamos un ritmito muy majo, que a la postre sería la media que nos dio de unos 6' 25" por km, grandísimo tiempo teniendo en cuenta la nocturnidad y el perfil del recorrido.
Alba y Andrés fueron los encargados de llevar el ritmo de carrera desde el comienzo, mientras yo, que particularmente pensaba que Juanillo que acababa de dar clases de pádel y Peti que se estrenaba participando con el Club no terminarían de seguir a esa velocidad, me dieron una lección de poderío y finalizaron sin problema alguno, imagino que cansados como todos los demás.
En los primeros km apenas fuimos encontrando peregrinos, pero poco a poco los fuimos adelantando a grito de “La Guijarrosa Libre”. El buen rollo de los corredores hizo tan ameno el camino que cuando nos quisimos dar cuenta llevábamos 8 km... Tocaba hidratarse (con agua, no seáis malpensados, ya sé que con los que íbamos no sería descabellado pensar que llevaríamos unas cervecitas o unos cubatitas fresquitos, pero no, eso bien podía esperar). Un traguito sin tregua y seguimos…
Íbamos viento en popa y a toda vela, no había descanso, adelantando a decenas de personas. Andrés se volvía loco cuando veía a un grupito... hasta que llegando a la carretera tuvimos que frenarlos a Alba y a él porque se iban de revoluciones y ya alguno por detrás íbamos pensando en matarlos, porque seguramente yo era el que peor iba de piernas ya que sólo un día antes fue la aventura del Veleta.
La subida y entrada a Montalbán se hizo dura, pero el sabido premio de ver al Cristo en directo merecía un último esfuerzo. Y así, chorreando en sudor y lágrimas de devoción llegamos, hasta el final con la imagen de Juanillo desencajado (momentos antes iba diciendo que frenáramos un poco y yo pensaba que se iba reservando para hacernos una cartujana -véase táctica de estilo muy pocero-; pero no, iba reventado) y Peti y yo cerrando el grupo con pocas ganas de charlar.
Pues nada, allí estábamos los poceros dando inició a algo que se puede convertir en tradición para el Club. Ya sólo nos quedaba ir a rendir honores al Cristo y agradecer la salud para que el año que viene podamos volver a repetirlo, con más poceros en carrera.
Y por supuesto quedaba lo mejor: comer algún bocadillo, una patata loca y un postrecillo líquido... ¡Malpensados! Esta vez ya sí... ¡Cómo nos conocéis! Jeje.
Hasta la próxima. Y Peti callando bocas.

Crónica ofrecida por Cheo, Cronista Oficial.

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